martes, 5 de agosto de 2008

Indice de Maldad - Episodio 11 - Delirio

Herbert Mullin (1947)



Durante los años setenta había problemas en Santa Cruz, California. El cierre de los hospitales psiquiátricos decretado por el entonces gobernador Ronald Reagan, lanzó a los pacientes a un mundo que no los admitía.

Mullin había nacido un 18 de julio de 1947, en el aniversario del devastador terremoto de San Francisco, y nada en su infancia preveía su comportamiento posterior. Sus padres, Martín Mullin (héroe de la guerra y luego vendedor de muebles) y Jean, vivían cerca de la ciudad San Francisco, donde transcurrió la infancia de Herbert, un niño normal según todas las apariencias. Más tarde declaró que sus padres, especialmente su padre, le maltrataban. Estaba convencido de que enviaban amenazas telepáticas a los otros niños para que no jugaran con él.

En 1963, los Mullin se trasladaron a Santa Cruz, donde el joven encontró trabajo en la Oficina de Correos. Destacó en la escuela como estudiante y como deportista, y fue elegido como “el llamado a triunfar” en la graduación de su clase.

Pero su felicidad se vio enturbiada cuando su mejor amigo murió en un accidente de moto y, al poco tiempo, otro amigo, Jim Gianera, le introdujo en el mundo de las drogas. Mullin estudió un curso de dos años en ingeniería de caminos en el Cabrillo College y en 1967 asistió a otro sobre Religiones Orientales en San José, donde estuvo tres meses, durante los cuales consumía LSD con regularidad.

Comenzó a actuar de modo extraño y a padecer trastornos. En 1969 sufrió el primer episodio psicótico e ingresó en un hospital psiquiátrico, donde le diagnosticaron un esquizofrénica paranoide. Salió al cabo de seis semanas negándose a tomar una medicación preventiva, y desde entonces fue a la deriva de un trabajo a otro.

Mullin habló de ciertas voces que le decían lo que debía hacer y lo enviaron a otro hospital. A lo largo de los dos años siguientes, entró y salió de varias instituciones sin que mejoraran sus condiciones; en realidad, empeoraban. En 1972 volvió a vivir con sus padres en Santa Cruz. Intentaron encontrarle un hospital, pero la administración del estado estaba tratando afanosamente de cerrarlos todos por falta de medios.

En aquella época, Mullin se obsesionó por la hipótesis de prevenir los terremotos con sacrificios humanos. Oía voces que le ordenaban salir y matar a alguien. Creía reconocer la voz de su padre. El 13 de octubre, cuando iba conduciendo por las montañas de Santa Cruz, vio a un anciano a un lado de la carretera y lo mató a golpes con un bate de baseball. Fue su primer asesinato.

La siguiente víctima de Mullin fue una estudiante que hacía autoestop, Mary Guilfoyle, a la que apuñaló. Después, el 2 de noviembre, mató a puñaladas en el confesionario de una iglesia al sacerdote católico Henri Tomei. En aquella época Mullin estaba convencido de que aquellas personas se le ofrecían como víctimas telepáticamente. El 16 de diciembre compró una pistola mintiendo al rellenar los datos del formulario.

El 25 de enero de 1973 fue a buscar a Jim Gianera. Este se había mudado de casa, pero la nueva inquilina le dio sus señas. Se dirigió inmediatamente hasta la casa de su amigo y lo mató a tiros, así como a su mujer. Volvió luego a la antigua dirección y asesinó a la joven señora que le había proporcionado los datos de Gianera y a sus dos hijos pequeños.

A comienzos de febrero, Herbert Mullin estaba de excursión por el parque del Estado de Santa Cruz y se encontró con cuatro adolescentes, a los que mató sin darles tiempo a reaccionar. Era un tirador experto que, de muchacho, había ganado varios premios de la Asociación Nacional de Tiro. Menos de una semana después asesinó a su última víctima, un anciano de setenta y dos años que estaba trabajando en su jardín cuando Mullin pasó por allí, pero esta vez lo vieron y quedó detenido inmediatamente.

El arresto de Mullin

Herbert Mullin intentó responsabilizar a su padre de todos los crímenes; se consideraba exclusivamente un instrumento dirigido por el destino: “Una roca no toma una decisión mientras está cayendo, cae y eso es todo”. La única defensa posible en el juicio era la locura. Los defensores y los fiscales coincidieron en calificar al asesino como un caso típico de esquizofrenia paranoide, pero este diagnóstico no se incluía en la definición legal de locura. Como consecuencia, fue sentenciado a cadena perpetua.

En Santa Cruz, Mullin pasó a ocupar una celda junto a la de Ed Kemper, quien lo detestaba porque, como afirmaba el gigante asesino, "había matado sin tener unas buenas razones para ello”. Aborrecía, además, las canciones que entonaba. Kemper lo molestaba constantemente, aunque a veces le regalaba dulces.

Fuente

Analiza tambien los crimenes cometidos por Diana Dial y Eric Beishline pero lamentablemente no pude conseguir mucha info sobre ellos..


aca estan los links para descargarse el programa:

http://rapidshare.com/files/134469056/Indice_de_Maldad_-_11_-__Delirio.avi.001
http://rapidshare.com/files/134474686/Indice_de_Maldad_-_11_-__Delirio.avi.002
http://rapidshare.com/files/134474688/Indice_de_Maldad_-_11_-__Delirio.avi.003
http://rapidshare.com/files/134462794/Indice_de_Maldad_-_11_-__Delirio.avi.004

Las partes se unen con el File Splitter and Joiner.


Comentar no cuesta nada...

No hay comentarios: